miércoles, 19 de octubre de 2011

Textos y citas del libro "Once minutos" de Paulo Coelho

“Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.
Pero entonces pensó: " Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!. Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: " Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse".
El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: Eres una persona que lo tiene todo.
Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. "¿ Por qué has venido?" le preguntó a la muerte.
"Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo" respondió la muerte.
Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo.”

El amor está más asociado a la ausencia que a la presencia de la persona.
Aunque sufra por culpa de las personas a las que entregué mi corazón, veo que aquellas que tocaron mi alma no consiguieron despertar mi cuerpo, y aquellas que tocaron mi cuerpo no consiguieron llegar a mi alma.
La vida es lanzarse en paracaídas, es arriesgarse, caer y volver a levantarse, es alpinismo, es querer subir a lo alto de uno mismo, y sentirse insatisfecho y angustiado cuando no se consigue.
En la búsqueda de la felicidad, estamos todos suspensos.
Un hombre no demuestra que es un macho cuando tiene una erección. Es un macho si es capaz de dar placer a una mujer. Si es capaz de dar placer a una prostituta, entonces se creerá el mejor de todos.
Aquel que se entrega totalmente, que se siente libre, ama al máximo.
Estoy convencida de que nadie pierde a nadie, porque nadie posee a nadie. Ésa es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo  más importante del mundo, sin poseerlo.
Considerando el mundo tal y como es, un día feliz es casi un milagro.
El universo sólo tiene sentido cuando tenemos con quién compartir nuestras emociones.
Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?
Sólo nos conocemos cuando conocemos nuestros propios límites.
El que observa, y descubre a la persona con la que siempre ha soñado, sabe que la energía sexual sucede antes que el propio sexo. El mayor placer no es el sexo, es la pasión con la que se practica.
Aparecen prostitutas en los textos clásicos, en los jeroglíficos egipcios, en la tradición sumeria, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Pero la profesión no se organiza hasta el siglo VI antes de Cristo, cuando el legislador Solón (en Grecia) instituye burdeles controlados por el Estado, e inicia el cobro de impuestos por el “comercio de la carne”.
La vida es corta, o demasiado larga para que yo pueda permitirme el lujo de vivirla tan mal.