Y yo pensaba en la mucama – sirviente, doncella – del hotel que me daba consejos sobre un helecho: “No lo riegue, ponga un plato con agua debajo de la maceta, entonces cuando él quiere beber, bebe, y cuando no quiere no bebe…” Y pensábamos en esa cosa increíble que habíamos leído, que un pez solo en su pecera se entristece y entonces basta ponerle un espejo y el pez vuelve a estar contento…
… el hombre era verdaderamente el animal que se acostumbra hasta a no estar acostumbrado.
¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra…
La invención del alma por el hombre se insinúa cada vez que surge el sentimiento del cuerpo como parásito, como gusano adherido al yo.
Mi prosa se pudre sintácticamente y avanza – con tanto trabajo – hacia la simplicidad.
Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella.
Escrito por Morelli en el hospital: La mejor cualidad de mis antepasados es la de estar muertos; espero modesta pero orgullosamente el momento de heredarla.
Hay escenas que empiezan a las seis de la tarde y acaban a las cinco y media.
“- ¿Y qué? ¿Por qué tener vergüenza de masturbarse? Un arte menor al lado del otro, pero de todos modos con su divina proporción, sus unidades de tiempo, acción y lugar, y demás retóricas. A los nueve años yo me masturbaba debajo de un ombú (un árbol), era realmente patriótico. “
En la mitología griega, Tántalo, rey de Lidia, fue castigado por los dioses a suplicios terribles. Según algunas versiones, atormentado por la sed y el hambre, veía escapar el agua de sus labios y las ramas con frutos elevarse, cuando quería cogerlas.
Pasifae: hija de Helios y Perseida, casada con Minos, reina legendaria de Creta. Enfurecido Poseidón, hizo que se enamorara de un hermoso toro, que salió de las aguas del mar. De esta unión nació Dédalo.
Argos: príncipe argivo que tenía cien ojos, en la mitología griega, por eso Hera le confió la custodia de Io, pero Hermes lo durmió con su flauta (escena que pinta Velázquez en el cuadro del museo del Prado). Hera cubrió con sus ojos la cola del pavo real.